viernes, 25 de enero de 2019

Primus: Nunca apestan y siempre rockean

La agenda 2019 de conciertos internacionales en la escena rock de Chile abrió los fuegos de la mano de los californianos Primus, liderados por el virtuoso bajista, compositor y vocalista Les Claypool, además del incombustible Larry LaLonde en guitarra y el retornado miembro fundador Tim Alexander en batería.

El contexto en el que Primus se hace presente nuevamente en el país, está enmarcado en la gira ¨Ambushing the Storm Tour¨ para promocionar el noveno disco de estudio titulado: ¨The Desaturaring Seven¨, publicado el 29 de septiembre del 2017. Esta última placa sonora, trae de vuelta a un Tim ¨Herb¨ Alexander que no grababa con la banda desde el laureado ¨Tales from the Punchbowl¨, por allá en el lejano 1995 con el gran hit ¨Wynona Big Brown Beaver¨, el cual repletaba la programación de MTV en donde la banda era invitada a tocar en programas de la talla de David Letterman y el late show de Connan O´Brien.

El teatro Coliseo fue seleccionado como el reducto idóneo ubicado en pleno corazón de Santiago, con una capacidad de convocatoria al borde de su aforo máximo, en donde también destacó su gran acústica en el sonido envolvente de Primus. ¿Qué si sonó bien la banda? No, sonó increíble cada canción del repertorio del show. Ya pasada las 21:10 horas, las luces comenzaron a bajar en dos tandas de intensidad, la cuales hacían que público comenzará a inquietarse en un ambiente absolutamente favorable para cualquier fanático (a) que guste del buen rock en vivo.

Si hay una canción en el repertorio de Primus que puede causar estragos de manera escalada, definitivamente es ¨Those damned blue-collar tweekers¨. La sirena emulada por la guitarra de Larry, es el indicador inequívoco ante la llamada del sonido hipnótico, con una percusión con base en ritmos tribales y un riff aplanador de cerebros, el cual fue fraguado en 1991 en el registro ¨Sailing the Seas of Cheese¨.  

La energía no paraba de emanar con otro clásico desenfundado del talante de ¨Too Many puppies¨ en donde todo el público no paraba de saltar y corear los fraseos de Claypool. El apoyo visual fue otro gran protagonista del show, ya que la banda pensó cautelosamente, cada registro con imágenes alusivas a la lírica. ¨Sgt Baker¨ aparece dentro del medley en Too Many puppies, con un manejo impecable de tempo y silencios entre temas.

Los primeros acordes ¨The Seven¨ dieron paso al más reciente material de la banda, canción que describe a los siete personajes que son parte del disco The Desaturating Seven.
Otra gran perla de la noche, fue la genial ejecución de ¨Harold of the Rocks¨ que cobraba vida en un teatro Coliseo, desbordado y entregado por ese vestigio proveniente del inmortal disco ¨Frizzle Fry¨  (1990). Todo mundo gritando: ¨¡Primus sucks!¨

Con nueve canciones ya entregadas a una fanaticada que no paraba de asentir, saltar y disfrutar por la gran entrega del conjunto, caía como reboso de aire fresco, el primer interludio que Primus ofrecía para recargar energías. El intermedio fue protagonizado por Popeye, con dos capítulos que evocaban la infancia en clave caricatura y la clásica espinaca del marinero.



El segundo tiempo del show, venía atiborrado de canciones que son parte repertorio cargado de hits como: ¨Here Come the Bastards¨, ¨Wynona´s Big Brown Beaver¨, ¨My Name is Mud¨ y ¨Jerry Was a Race Car Driver¨.

Otro de los grandes momentos que marcaron pauta anoche, fue la sublime ejecución en el contrabajo de Les en donde desplegó todo su virtuosismo, con guiños a Led Zeppelin en una escueta y precisa versión de ¨Kashimir¨. LaLonde por su parte despuntó como siempre, en el excelente solo de Harold of the Rocks. Alexander también dejaría su huella con una magistral muestra de beats, fills y groove.

El octanaje que posee Primus en su gran despliegue musical en vivo y en sus trabajos de estudio, demuestran que no solo se encuentran vigentes en la escena, sino que además, denotan una constante búsqueda en cadencias de su sonido y marca registrada, es que Primus es como ese vino fraguado en las barricas que administra Mr. Krinkle, allá en esa campiña imaginaría de Les y compañía.